En 1946, a los 33
años de edad, se casó con Rafaela Marotta D'Onofrio, de Caracas e italiana de
origen, con quién tuvo cuatro hijos de los cuales viven: Francisco Convit, empresario
radicado en Caracas, dedicado a la actividad agropecuaria y que ha tenido una
destacada trayectoria en el hipismo poseyendo un estatus y un haras; afición y propiedades,
que por cierto, compartía con su padre. El Dr. Rafael J. Convit, cirujano
plástico que reside en Washington DC y el Dr. Antonio Convit, profesor e
investigador de la Universidad de Nueva York. Su hijo Oscar Convit falleció en
el año 1978 y su esposa en el año 2011.
Inició sus estudios en el Liceo La Guaira, hoy "Andrés Bello", siendo alumno destacado de Rómulo Gallegos en la cátedra de Filosofía y Matemáticas. Sus calificaciones, le hicieron merecer menciones honoríficas en asignaturas como fisiología y anatomía humana, clínica médica y clínica quirúrgica entre otras.
En 1932 ingresó a la escuela de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV) donde obtuvo el título de Doctor en Ciencias Médicas en 1938. Se especializó en dermatología en los Estados Unidos. Como integrante del equipo médico del Leprocomio de Cabo Blanco (estado Vargas) se dedicó al tratamiento clínico contra la lepra, mientras en colaboración con el Dr. Martín Vegas iniciaba en la vecina comunidad del litoral central una campaña educativa destinada a erradicar la creencia colectiva de contagio de dicha enfermedad por simple convivencia con los leprosos. Su creciente experiencia en el tratamiento e investigación de la lepra le permitió relacionarse con otros especialistas extranjeros, llegando asistir como delegado de Venezuela al Congreso Panamericano de Lepra celebrado en 1946 y al Congreso Internacional de Lepra que se llevó a cabo dos años después, en 1948.
Tras obtener por
oposición la plaza de médico dermatólogo en el Hospital Vargas de Caracas, se
incorporó a la cátedra de dermatología del profesor Leopoldo Briceño Iragorry,
siendo nombrado instructor y director de su laboratorio. Jacinto Convit
desempeñó este cargo hasta 1950, fecha en que fue nombrado jefe de Clínica
Dermatológica.
En 1937, el doctor
Martín Vegas, conocido pionero en los estudios sobre la lepra, invitó a Convit
a visitar la vieja casona del lazareto de Cabo Blanco en el estado Vargas,
donde se alojaban cientos de pacientes afectados por lepra o lacería. En 1990,
Convit escribía que su permanencia en Cabo Blanco fue enriquecedora en el plano
personal y profesional.
En aquel tiempo esta
enfermedad era todavía motivo de prejuicios arraigados socialmente; a los
leprosos se les encadenaba y eran custodiados por autoridades policiales,
imagen que definiría el carácter humano de Convit, quien ante tal maltrato,
exigió a los guardias un mejor proceder con los enfermos. Luego de varias
investigaciones con el único remedio empleado en estos pacientes, el aceite de
Chaulmoogra, pudieron comprobar que el compuesto de Sulfota y Clofazimina podía
fungir con gran efectividad en contra de este mal, lo que conllevó al cierre de
las leproserías siendo Venezuela el primer país en implementar esta medida.
Jacinto Convit fue un
hombre cuyo compromiso con la lepra y la leishmaniasis fue suficiente para
superar su decepción por el fracaso de los intentos de desarrollar vacunas
exitosas contra ellas. Equilibrando su trabajo estos fueron sus logros indiscutibles:
concientizar sobre las enfermedades que esperaba prevenir; luchar por mejorar
la atención ofrecida a los pacientes afectados; insistir en que los pacientes fuesen
tratados con mayor humanidad; y generar un sentido de urgencia en los esfuerzos
para controlar y curar las dos enfermedades. Su trabajo persistente fue reconocido
por Venezuela, y otros países del mundo. Como parte de sus celebraciones
centenarias, la Organización Panamericana de la Salud lo eligió como uno de los
doce Héroes de Salud Pública.
La enfermedad con la
que más se asoció el nombre de Convit, y en la que trabajó a lo largo de su
vida, es la lepra. Su participación fue desde el comienzo de su carrera. Convit
se formó en medicina en la Universidad Central de Venezuela en Caracas, se
graduó en 1938, luego se unió al personal del Hospital Cabo Blanco de la Lepra,
comúnmente conocido como el Leprosario de Cabo Blanco. Las condiciones allí
eran pobres y, como más tarde recordó, los únicos tratamientos fueron
analgésicos y aceite de chaulmoogra, una terapia de dudoso valor científico. Con
el descubrimiento de los sulfones en 1940 el tratamiento se hizo mucho más
eficaz. Convit fue entonces una de las fuerzas impulsoras de un cambio en las
medidas de control de la lepra de Venezuela en las que el aislamiento
obligatorio fue sustituido por varios programas de tratamiento. La gran ambición
de Convit era desarrollar una vacuna contra la lepra. Peter Smith, profesor
coordinador de epidemiología tropical de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical
de Londres, se involucró en este trabajo a través de la OMS, que coordinaba los
ensayos de la vacuna en Venezuela, Malaui e India. "Convit había desarrollado
una presunta vacuna mediante el cultivo de Mycobacterium leprae en armadillos
de nueve bandas”, administrarse conjuntamente con BCG. "Viajé de ida y
vuelta a Venezuela durante varios años, ayudándole a establecer el ensayo de
vacunas en las zonas del país donde la enfermedad era más endémica, en el sur y
hacia la frontera con Colombia. Rompimos el código de prueba justo antes de una
gran reunión que Convit estaba organizando en Venezuela. Básicamente no
hubo diferencia en la incidencia de la lepra en el grupo vacunado y en
los controles que acababan de tener BCG".
Convit estaba
profundamente decepcionado. "Pero él era un tipo muy flemático. Aceptó los
resultados, y luego concentró sus esfuerzos en Leishmania". Convit tuvo
cierto éxito en inmunoterapia, pero menos en desarrollar una vacuna contra la
leishmaniasis. Smith también ayudó durante varios años con el proyecto de
leishmaniasis. Las pruebas organizadas en Sudán y en otros lugares, nuevamente
no estuvieron a la altura de las expectativas de Convit. "Una de las cosas
que hizo, que probablemente fue eficaz, aunque nunca fue evaluada completamente
en un ensayo controlado”, dice Smith, "fue para dar dosis repetidas de BCG
a pacientes de lepra como una forma de inmunoterapia". Los cálculos costo-beneficio
de Convit sugirieron que su terapia era una ganga: 40 tratamientos por el
precio de una quimioterapia.
Convit también hizo
importantes aportes en el conocimiento de enfermedades infecciosas, como la
Oncocercosis y Micosis profundas.
Luego de controlar la
lepra y otras enfermedades endémicas, Convit se planteó el reto de crear un
centro de investigaciones científicas. Así, nació el Instituto Nacional de
Dermatología (antecesor del actual de Instituto de Biomedicina situado en
Caracas, el cual dirigió desde 1972, y es desde el 2 de julio de 1973, la sede
del Centro Internacional de Investigación y Adiestramiento sobre Lepra y
Enfermedades afines de la Organización Mundial de la Salud. Allí, después de
mucho esfuerzo conjunto y continuo, surgió la vacuna contra la lepra, que
sirvió de base para la vacuna contra la leishmaniasis. Su obra más importante
no fueron sus vacunas o inmunoterapias, fue su espíritu de constructor,
conductor y jefe; que integró a su alrededor un equipo eficaz formado por gentes
capaces con dotes de liderazgo y que crearon con él el Instituto de Biomedicina.
Su nombre debe ser sinónimo de progreso sobre bases científicas.
En su trayectoria contribuyó a la fundación de diversas instituciones y asociaciones relacionadas con la labor médica, dentro y fuera de Venezuela. De esta forma, fue miembro fundador de la Sociedad Venezolana de Dermatología y Venereología, de la Sociedad Venezolana de Alergología y de la Sociedad Venezolana de Salud Pública.
Siendo designado
médico jefe de la División de Lepra del Ministerio de Sanidad y Asistencia
Social de Venezuela pública diversos trabajos sobre la lepra, como:
·
El mal de Hansen.
· Consideraciones sobre el enfermo o enferma dado de alta y otros tópicos relativos a la lepra; Tratamiento preventivo de la erisipela recidivante para la vacunación local, La Vitamina E, Las atrofias musculares de la mano por neuritis leprosa y del tratamiento de estas lesiones por el alfatocolerol, Las lesiones leprosas del cuero cabelludo.
A lo largo de su
carrera científica ha recibido varios reconocimientos y distinciones tales
como:
- · Caballero de la Legión de Honor.
- Héroe de la Salud Pública de las Américas.
- · Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica
y Técnica (1987).
- · Abraham Horwitz Award (1989).
- ·
Premio México de Ciencia y Tecnología (1990).
- ·
TWAS
Prize for Medical Sciences (2006).
De la misma forma, falleció a los 100 años de edad en su ciudad natal el 12 de mayo de 2014 dejando un legado innegable para nuestro país en el ámbito científico y para la medicina moderna.
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