Una anécdota de esa época cuenta que el
niño Humberto, que estudiaba para ese entonces en el Colegio Alemán de
Maracaibo, le pidieron que tradujera una planos escritos en alemán de una
máquina que estaba dañada. Al día siguiente, la había reparado. Eso muestra el
interés que ya tenía el niño por la ciencia y la tecnología.
Se especializo también en necrología y neuropatología en Estados Unidos y en biofísica, en Suecia. Añoraba el regreso a nuestro país y decía: “Continuare desafiando el destino y buscando lo que me pertenece, que es mi patria”.